A veces ocurre.
Pasas un largo tiempo preparando la música de una película y la vas modificando poco a poco, nota a nota.
Intentas que suene como a ti te gustaría haberla encontrado y fabulas sobre si los que la van a ver considerarán interesante, romántico o gracioso las melodías que aplicas a cada escena.
Y a veces ocurre. Como estos últimos miércoles en “La Campana de los Perdidos”.
La respuesta a mi acompañamiento de los que habéis venido a ver “La quimera del oro”, “El maquinista de La General” y “Luces de la ciudad” ha sido extraordinariamente cálida, afectuosa y, todavía mejor: participativa.
Es verdad que tocar en “La Campana de los Perdidos” es como jugar en casa, pero no podéis imaginar lo que agradece un pianista que acompaña una película (yo mismo, claro) que los espectadores se rían de una broma que acabas de señalar con tu música.
Esos momentos gratifican con creces las horas pasadas en la elaboración de la música cambiando una melodía por otra o probando efectos de sonido en una caída o una explosión.
Así que, a todos los que habéis participado con nosotros en este pequeño ciclo de cine mudo de humor, muchas gracias por la ayuda.
Os aseguro que sin vuestras risas ninguna película es graciosa.
Aquí tenéis unos minutos de “La quimera del oro”. No es un vídeo perfecto, pero con un poco de paciencia se entiende lo que pasa.
Untitled from pluviason on Vimeo.
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