En realidad, la vida la gobiernan las carambolas vitales.
Si aquel lejano día mis amigos de “La linterna mágica” de Zaragoza no se hubieran acordado de mí al fallarles el pianista para “La aventuras del Príncipe Achmed”, de Lotte Reiniger.
Si mi proverbial imprudencia no me hubiese animado a decirles: "desde luego que puedo hacerlo".
Si no llego a contactar enseguida con las Jornadas de Cine mudo de Uncastillo y conocido a otros pianistas de los que aprender.
Si en “La campana de los perdidos” de Zaragoza no hubieran programado cine mudo.
Si en el ciclo de “Música y palabra” de Molinos no hubieran incluido una película con mi acompañamiento.
Si el Instituto Cervantes no se hubiera atrevido a enviarme para acompañar “La aldea maldita”, de Florián Rey a Brasilia y Burdeos…
Nunca habría contraído la actual cinemuditis, que me impulsa a musicar compulsivamente una película tras otra disfrutando cada vez un poquito más que la anterior.
Nunca habría contraído la actual cinemuditis, que me impulsa a musicar compulsivamente una película tras otra disfrutando cada vez un poquito más que la anterior.
Y de la que espero no curarme nunca jamás.
En este espacio que acabo de comenzar intentaré que aparezca una muestra de mi trabajo. Compartir todos esos sitios que ofrecen información de festivales, material útil para aplicar a escenas difíciles, curiosidades que nunca se nos habrían ocurrido y que tras leerlas te ayudan a ver una película de manera diferente.
En definitiva, abrir una ventana para todo el que intente saber algo más acerca de esta extraña especie de músico en vías de extinción: el pianista de cine mudo.
Antes de que sigáis adelante, quiero añadir una cosa.
En estas páginas voy a colocar mis versiones musicales de películas esenciales en la época muda del cine. Pero esas interpretaciones de las películas no son lo que yo considero acompañamiento. Sólo son una especie de guiones para el momento real.
El verdadero acto de acompañamiento ocurre durante el directo.
La conexión que se produce entre el espectador y el pianista que está acompañando las imágenes convierte la proyección de la película en un momento único e irrepetible.
En estas páginas voy a colocar mis versiones musicales de películas esenciales en la época muda del cine. Pero esas interpretaciones de las películas no son lo que yo considero acompañamiento. Sólo son una especie de guiones para el momento real.
El verdadero acto de acompañamiento ocurre durante el directo.
La conexión que se produce entre el espectador y el pianista que está acompañando las imágenes convierte la proyección de la película en un momento único e irrepetible.
Por eso, una vez que hayáis visto mis versiones, os invito a acudir a una sesión con músico en directo.
Veréis que merece la pena.
Veréis que merece la pena.
1 comentario:
Enhorabuena por este paso. Soy uno de los afortunados que te han visto ponerle voz y vida a una película de cine mudo, y he de decir que es un lujo el asistir a un momento como ese en directo. La vez que te vi ponerle música a “El pequeño Sherlock” pasé mitad del tiempo mirando a la pantalla (una película genial) y la otra mitad observando con la boca abierta cómo esas manos se deslizaban por el piano y le daban a la película un toque de vida que me hizo transportarme a la época del cine mudo y disfrutarlo mucho más.
Voy a añadirte a mi blog y recomendar una visita a este apartado fabuloso donde se ha parado el tiempo.
Un abrazo.
César
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